Pensamientos de Pablo Neruda para enamorarse inclusive del desamor…

Spread the love

Pablo Neruda fue un poeta chileno, que se encargó de plasmar, a través de sus poemas, su visión del amor, de la mujer, de la vida en general. Fue galardonado con el premio Nobel de literatura y el mismo Gabriel García Márquez lo consideraba: “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”.

Pablo Neruda ha dejado para nuestro disfrute hermosos poemas y pensamientos, que sin duda resultan una gran fuente de inspiración y reencuentro con lo maravilloso del lenguaje del amor. Una selección de lo mejor de él, resulta complejo y por demás utópico, sin embargo, nuestra intención es ofrecerles un abreboca de este artista que tiene tanto que mostrarnos. He aquí algo de su autoría:

Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida.
Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.
Bien ahora, si poco a poco dejas de quererme, poco a poco dejaré de quererte.
Los libros que más te ayudan son aquellos que más te hacen pensar. Un gran libro de un gran pensador es un buque de pensamiento, cargado de belleza y verdad.
Para que nada nos separe, que nada nos una.
Entonces el amor sabía que se llamaba amor y cuando levanté mis ojos a tu nombre, de repente tu corazón me mostró el camino.
Hay un cierto placer en la locura, que solo el loco conoce.
De noche sueño que tú y yo somos dos plantas que crecen juntas, raíces entrelazadas, y que sabes que la tierra y la lluvia, como mi boca, desde que estamos hechos de la tierra y la lluvia.
Pero yo amo tus pies sólo porque anduvieron sobre la tierra y sobre el viento y sobre el agua; hasta que me encontraron.
El sueño no divide la vida en mitades, o acción, o silencio, u honor: La vida es como una piedra, un solo movimiento, una hoguera solitaria reflejada en las hojas, una flecha, sólo una, lenta o rápida, un metal que sube o desciende ardiendo en sus huesos.
En mi cielo en el crepúsculo eres como una nube y tu forma y color son la forma en que los amo.
Tus ojos abiertos son la única luz que conozco de las constelaciones extintas.
Si de repente tú no existes, si de repente tú no vives, yo seguiré viviendo. No me atrevo. No me atrevo a escribirlo, si tú mueres. Yo seguiré viviendo.
Te amo como la planta que nunca florece sino que lleva en sí la luz de las flores ocultas; gracias a su amor una cierta fragancia sólida, resucitado de la tierra, vive oscuro en mi cuerpo.
La ausencia es una casa tan vasta que en su interior pasarás a través de sus paredes y colgarás cuadros en el aire.
Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde. Te amo de una manera sencilla, sin problemas ni orgullo. Te amo de esta manera porque no conozco otra forma de amar sino esto, en el que no hay yo ni tú, tan íntimo que tu mano sobre mi pecho sea mi mano, tan íntimo que cuando me quedo dormido tus ojos se cierran.
Eso es todo. Lejos, alguien canta. Muy lejos. Mi alma se pierde sin ella.