A veces las peores batallas son entre lo que sabemos y lo que sentimos

A veces las peores batallas son entre lo que sabemos y lo que sentimos
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Muchas veces nos gustaría saber menos y solo atender el llamado de lo que sentimos, sin embargo, una vez que contamos con alguna información resulta imposible ignorarla.

Pocas cosas generan mayor incomodidad como saber lo que tenemos que hacer y resistirnos a ello. Querer quedarnos cuando ya hay suficientes motivos para retirarnos, querer seguir amando a quien ya ha demostrado que no merece nuestro afecto, querer cambiar algo, aun sabiendo que no ocurrirá son algunos ejemplos que podemos citar asociados a las batallas internas que pueden presentarse en nuestro interior.

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Ciertamente muchas cosas se alejarán demasiado de lo que en algún momento pudimos esperar, pero la aceptación de que todo resultó de otra manera y que esa manera nos obliga a tomar decisiones que no nos agradan, no es un proceso sencillo, sin embargo nos evita encadenarnos a situaciones de dolor.

Podemos inclusive tomar la decisión acompañada de la consecuente acción y aun así cuestionarnos, juzgarnos, criticarnos y en algunas situaciones podemos inclusive castigarnos inconscientemente por actuar de acuerdo a lo que sabíamos y no de lo que sentíamos.

Lo cierto es que no podemos ni siquiera hablar de que es una lucha entre la mente y el corazón, es solo la razón frente al ego, que por asociarlo a sentimientos, lo vinculamos con el amor… El amor no nos hace sufrir, no nos coloca en situación de riesgo, no nos hace perder la dignidad, ni actuar por orgullo. Desde ese corazón como receptáculo de nuestra alma podemos ver y saber exactamente a donde ir, a donde nos conviene más, en donde podremos permanecer y de donde debemos sencillamente alejarnos, pero raras veces le damos oportunidad al corazón de hacerse sentir, de manifestarse, cosa que solo logramos silenciando nuestra mente.

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Dentro de nuestras capacidades, lo que queremos y lo que obtenemos, se debaten la mayoría de nuestras disputas, pero si no somos capaces de escuchar al corazón, debemos al menos seguir a la parte de nosotros que busca protegernos, no desde la cobardía, sino desde la valentía que se necesita para alejarse inclusive de ese gran amor porque no hace más que generarnos dolor.

Aprender a tomar decisiones oportunas nos previene de males mayores y de encontrarnos inmersos en situaciones de donde nos cueste más aun salir. Es nuestra responsabilidad cuidarnos y seleccionar el ambiente en el cual podamos estar sin que tengamos un alto riesgo de salir en pedazo de allí.

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Si sabemos que es necesario salir, dejar ir, soltar… No lo pensemos más, ni le demos más largas al asunto, ahorremos tiempo valioso para invertirlo en cosas que nos nutran, que nos llenen y se alineen con nuestra felicidad.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet


Sara Espejo

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