No soy la mujer de tu vida, soy la mujer de la mía
Has llegado a mi vida en un momento interesante, en el que ya he recorrido varios caminos. Todos han sido tan variados que me han dejado experiencias muy diversas en mi vida. Por algún motivo yo siempre optaba por adaptar mis pasos a los de mi compañero y de alguna manera terminaba recorriendo su camino.
Luego, si algo no resultaba, yo me hallaba perdida, sin tener mucha certeza de a dónde me iba a dirigir, porque mis motivos para estar allí, ya no existían, yo no había escogido ese sendero por llegar a un sitio anhelado, sino por llegar con quien sentía amar. Esto no me pasó una vez, sino varias veces… Hasta que finalmente me di cuenta de lo que estaba haciéndome.
Estaba dejando de lado mis metas y mis sueños por ser la coprotagonista de una historia. Estaba dejando de escribir mi propio libro por ser un personaje más de la vida de los demás. Mi trama original, como yo me imaginaba mi recorrido o mi final, ni siquiera lo recordaba.
Lo bueno es que nunca es tarde para darnos cuenta de cómo nos traicionamos o cómo colocamos a otra persona como una prioridad sobre ti mismo. Aquí estoy, no me he cerrado al amor, te tengo al frente, pero necesito que conozcas a la mujer que quiere compartir parte de su camino contigo.
¿Cuánto será esa parte? Solo el tiempo y las ganas que le pongamos a que esto funcione lo dirán. Por ahora no quiero ser chocante, no quiero sonar como una fanática feminista, ni como una prepotente autosuficiente… Quiero que te enamores sabiendo que no pretendo ser la mujer de tu vida, porque me comprometí con ser la mujer de la mía.
Si los dos roles pueden coexistir será sin duda fabuloso. Pero debo advertirte que en cualquier punto que me demande decidir por uno de los dos, decidiré por mí. Ya muchas veces hice lo contrario, amé por encima de lo que me amaba a mí, me entregué tanto que quedé en deuda conmigo, me postergué, me anulé… O permití que alguien más lo hiciera.
Eso solo dejó heridas en mí, que ahora han sanado, pero me ha costado mucho recuperarme, reencontrarme y dar con esa persona que ahora soy y que no volvería a poner en juego nunca más.
Entendí que la traición que viene de afuera duele muchísimo, pero la que nos podemos hacer a nosotros mismos, nos lastima y nos marca mucho más.
Tienes carta abierta para entrar, siendo sutil cuando sientas cerca mis cicatrices, ya no sangran, ya están cerradas, pero te mentiría si te digo que ya no duelen… No eres responsable de nada de lo que he vivido, pero me parece justo contigo hacerte entender que mi capacidad de amar y de entregarme no ha disminuido, sin embargo, jamás te amaré a ti o me entregaré a ti más de lo que lo haga conmigo misma.
Te invito a dejarme sorprenderte, a ocupar tus espacios, a llenarte de amor. Te invito a que me ames, tanto o tan poco como quieras. Tienes libertad para mostrarte como eres, porque no espero nada de ti y cualquier cosa tiene el potencial de sorprenderme.
Te invito a que hagamos que nuestros caminos converjan, a mirar un norte común… Te diré a dónde quiero llegar y tú decidirás si quieres y puedes acompañarme… No pienso hacer que cambies tu destino, pero sí que quizás adaptemos nuestras rutas, para que podamos ir de la mano, juntos, buscando nuestros sueños, sin que represente un sacrificio para alguno.
Gracias por estar en mi vida y poder entender que no espero que seas el hombre de mi vida, sino el hombre de la tuya, que te sienta feliz con tu vida y quieras compartirla conmigo… Entendiendo a su vez que yo no pretendo ser la mujer de tu vida, sino la mujer de mi vida.
Por: Sara Espejo – Perlas para el Alma