Donde no puedo ser yo, prefiero no estar
Lo cierto es que muchas veces para nosotros mismos resulta complicado determinar cómo somos en realidad, considerando que nos hemos transformado tanto a lo largo del tiempo, nos hemos adaptado a tantas cosas, hemos adoptado una cantidad de creencias como nuestras y cada experiencia, lugar o experiencia nos ha dejado algo… que puede ser difícil saber en dónde se ubica ese ser que responde a “nosotros mismos”.
“A menudo las personas dicen que aún no se han encontrado a sí mismas. Pero el sí mismo no es algo que uno encuentra, sino algo que uno crea”. – Thomas Szasz
Sin ánimos de profundizar demasiado, marcando distancia entre nuestras esencia, nuestra alma, nuestra mente, lo que somos y lo que creemos ser a través del ego, nos limitaremos a hablar de ser nosotros mismos refiriéndonos a ser lo que realmente coincide con nuestra comodidad al estar, al expresarnos, al sentir, etc.
El ser aceptados por los demás es prácticamente una necesidad y aun a las personas que demuestran mayor desinterés en cuanto a la opinión de los demás en cuanto a ellas, evidencian complacencia cuando son aceptados por al menos quienes ocupan lugares importantes en sus vidas.
Cabe hablar de afinidad, la cual está asociada a esa química que se desarrolla entre dos personas en donde reina la empatía, la comprensión, la admiración, elementos que sin duda ofrecen confort en las relaciones.
Nadie puede sentirse cómodo en un sitio en el cual está constantemente siendo evaluado, juzgado y criticado, donde no puede expresarse con libertad, sino que tiene que cohibirse de manifestar su sentir, aplicar filtros o fingir ser o sentir algo diferente a la realidad. Hay muchas personas que se someten a esto a diario y ni siquiera se dan cuenta de que están sacrificando lo que son por adaptarse a lo que esperan los demás.
Es cierto que no podemos ir por la vida como sindicalistas en contra de cualquier sistema, sin embargo, adaptarnos o pretender ser algo diferente a lo que somos, solo nos hará infelices y frustrados, nunca alcanzaremos lo que realmente queremos, porque continuamente estaremos enviando mensajes al universo que están encontrados con lo que realmente desearíamos vivir.
Todos debemos dedicar tiempo a conocernos, a entendernos, a escucharnos, para poder partir desde esa posición para defender ese punto que por diminuto que parezca, corresponde a nuestro espacio y no debemos cederlo por nada, ni por nadie. Si nos damos nuestro valor y asumimos que merecemos un lugar en donde seamos amados, respetados, queridos y aceptados tal cual somos, o por lo menos tal cual nos sentimos cómodos, podremos con mayor facilidad defender nuestro derecho a ser nosotros mismos las veces que sean necesarias.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
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