No te apures, todo después de un tiempo te deja de doler o te deja de importar
El hacernos conscientes que todo cambia con el transcurrir del tiempo, nos puede dar algo de consuelo cuando estamos atravesando momentos que nos duelen, cuando hemos tomado decisiones difíciles con consecuencias que nos cambian la vida, cuando las han tomado por nosotros o sencillamente cuando estamos atravesando por situaciones que podemos o no entender, pero que de una u otra forma roban nuestra energía vital.
Ciertamente la experiencia nos enseña que las heridas mientras ven cicatrizando van dejando de doler, no necesariamente las olvidaremos, pero cada vez el dolor será menor, cada vez podremos con mayor facilidad pensar o hablar de ello sin que en un nudo se nos atraviese en la garganta, cada vez nos hacemos más capaces de desvincular el drama de alguna experiencia y entenderla o aceptarla.
Inclusive gracias al tiempo somos capaces de agradecer algo que en nuestro pasado fue una verdadera lamentable experiencia y hoy entendemos que fue una de las más grandes bendiciones, que de no haber vivido aquello, no hubiésemos tenido la posibilidad de experimentar cualquier otra cosa que haya sido determinante en nuestras vidas.
La actitud como tu mejor arma
La actitud es muy importante al momento de enfrentarnos a una pena, tenemos facilidad para aferrarnos al sufrimiento, para agregar más y más motivos para sentirnos peor, para plantearnos escenarios catastróficos, para hacernos miles de preguntas que quizás no podemos contestar, para sentir culpa, rencor, rabia, dolor… Pero si damos paso a un poco de consciencia y dejamos de identificarnos con todo aquello asociado a nuestro ego y a las manifestaciones de nuestra mente, se nos hace más sencillo el tránsito y la aceptación de aquello que no nos agrada o nos lastima de alguna forma.
Pensemos en positivo, rescatemos la famosa lección de cada cosa, identifiquemos todo lo positivo que pudo habernos generado la experiencia y dejémosla ir, no debemos preocuparnos. De igual manera eventualmente dejará de doler y/o dejará de importarnos. Pero obviamente podemos llegar de forma más rápida o más lenta a este punto y eso solo lo haremos posible con nuestra actitud, con nuestra fortaleza mental y espiritual.
Así que no te afanes, ni derrames más lágrimas que las necesarias. Sí, todo duelo debe vivirse hasta llegar a la aceptación, pero no permitas que una mala experiencia te consuma, aprende, laméntate, llora, agradece, canaliza, haz lo que tengas que hacer, pero procurando conscientemente tu bienestar. De igual manera todo pasa, todo cambia y ésta no será la excepción.
Por: Sara Espejo – Mujer.Guru – Perlas para el Alma