Entender cómo llegamos a esta vida y cuál es nuestro verdadero propósito
Qué complicadas son las preguntas cuyas respuestas no se basan más que en creencias.
¿Es esto un juego macabro de algún Ser Superior que nos hace vivir experiencias, marcadas muchas de ellas por el sufrimiento, comenzando por esa zozobra justo cuando salimos de nuestra madre y la incertidumbre de no saber si vamos a sobrevivir? ¿Es casual que nuestra principal vía de comunicación al nacer, que nos acompaña al menos durante el primer año de vida, sea el llanto?
Luego crecemos, nos adaptamos a una sociedad, vemos a nuestros seres queridos partir, tenemos amores y desamores, enfermamos y finalmente… morimos… ¿finalmente?
Mientras vivimos muchos vamos viendo al mundo con ojos críticos, pensando en la inconsciencia colectiva y que quizás este mundo necesite de muchos siglos para convertirse en algo diferente, con niveles de consciencia superiores, pero seguro este planeta ya no existirá para entonces… y ¿para qué habremos estado aquí?
En un mundo con gente que muere de hambre, que entra en guerra por diferentes causas, donde ninguna justifica quitarle la vida a otra persona, un mundo preso de sus creencias, dividido en países, colores, razas, ideas, religiones, partidos políticos. Sería absurdo pensar que un Ser Superior, si existiese como tal, viera nuestras dolencias y pesares con indiferencia.
Es “más sencillo” pensar que la energía que ha formado la tierra, los cielos, los planetas, la nada, es la misma que nos conforma, que todos tenemos esa fuerza creadora en nuestro ser, que solo hace falta que nos conectemos con esa energía y la utilicemos para transformar lo que vemos en nosotros, en el mundo, en todo lo que conocemos.
Tiene sentido pensar que todos somos parte de lo mismo, que al hacerle algo a otro nos lo hacemos a nosotros mismos y que nuestro paso por el mundo tiene la intención de que sembremos amor.
Seres que la humanidad ha considerado influyentes en cuanto a mensajes y filosofías de vida como Buda, Jesús, Mahoma, están alineados en este sentido, sin embargo, las diferentes religiones muchas veces han desvirtuado los mensajes o bien sus seguidores han interpretado de forma particular las enseñanzas.
¿Podemos conciliar nuestra búsqueda espiritual con nuestra “vida terrenal”? Pues una de las formas posibles es a través de la fe, fe en la creencia de que somos seres de luz, que vinimos a este mundo a amar y alinear nuestras vidas en este plano con nuestras creencias, con la consciencia de que esta experiencia es una de muchas, que probablemente escogimos este mundo para crecer y que si queremos un mundo mejor, debemos comenzar por cambiarnos a nosotros mismos.
Llegamos a esta vida a través del amor, debemos vivir para amar y a través del amor nos iremos de él. La energía creadora es justamente El Amor.
Por: Sara Espejo
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